martes, 15 de febrero de 2011

Las hadas existen

Me contaron que las hadas existen. No lo creo. Derramo mi cerveza sobre la mesa. Salgo del bar en el que estoy. Nadie me sigue. Las personas que estaban conmigo pagan por mi cerveza. Camino toda la noche. Recorro la ciudad entera. Espero frente a una librería a que abran. Entro corriendo a buscar un diccionario. No dice que sean reales. Salgo. Cojo un taxi en la calle. Le doy 20000 pesos para que maneje. Me bajo en el centro. Camino más. Subo a un segundo piso. Hablo con una bruja. Futuro poco prometedor. Nada de hadas. Regreso a la calle. Cojo un bus. Me bajo en la siguiente parada. Corro varias cuadras. Alguien cree que me robé algo y me persigue. Me agarra. No tengo nada. Me deja ir. Ni rastro de las hadas. Entro a un bar. Me siento junto a un tipo cualquiera. Me invita una copa. Me tomo dos botellas. Dejo el bar sola. No sé cómo. No fueron las hadas. Es de noche. Camino. Veo líneas de colores. Son luces, no hadas. Llego a un parque. Me siento. Despierto. El sol me molesta en los ojos. Camino rápido. La gente me mira raro. Los taxis no me paran. Me siento en el suelo. Me lanzan unas monedas. Paro un bus. Me subo. Me bajo cerca al bar. Camino. No hay nadie. Espero. Espero. Espero. Llega gente. Me reconocen. Me invitan a una cerveza. Me cuentan que las hadas existen. No lo creo. No importa. No existo.