miércoles, 8 de septiembre de 2010

Detalles

1. "Sin ánimos de ofender, eres el ser más despreciable que conozco" – le dije la
tercera vez que lo vi. "Gracias" – me respondió – "es lo más dulce que me han dicho
nunca".

2. Hasta que perdió su última pestaña no se dio cuenta que se había quedado calvo y
sin deseos.

No hay comentarios: